Cuando, a finales, de febrero Putin decidió invadir Ucrania muchos imaginamos, o quizás deberíamos decir "confiamos", en que fuera un conflicto que pudiera resolverse por la vía diplomática en un periodo de tiempo razonable. Mientras escribimos esta entradilla, ese deseo ha pasado a mejor vida y, a día de hoy, nadie es capaz de aventurar cual puede ser el desenlace final. En ese contexto de incertidumbre, grandes empresas occidentales dudan si romper con Rusia, como ya han hecho muchas, o mantener sus negocios confiando en que la situación mejore
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