Valdivia, Chile
Al parecer, no escarmentamos. En algún momento quisimos creer que la salvación personal no pasaba por la fascinación ante el fetiche de turno o por la adoración genuflexa de alguna nimiedad adorada como reliquia. También pasó el tiempo de considerar que no valía la pena matarse por los distintos credos y en nombre de algún dios, pues podríamos convivir tolerantemente como ciudadanos, independientemente de lo que uno considerase sagrado. Incluso llegamos a pensar que se podía desmitologizar la religión, de manera que reencontrásemos en ella los significados de la frágil trama de la existencia humana, en lugar de ominosas agencias sobrenaturales y poderes mágicos hipostasiados.
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