En las reuniones de oración, y especialmente en la celebración eucarística, la actitud espiritual de nuestras comunidades se presenta habitualmente concentrada en sus propios problemas, intereses y preocupaciones; y poco abierta al canto jubiloso y a la alabanza exultante. Se detecta una fijación en lo ético y un deterioro de la doxología. El autor del artículo reivindica una recuperación de la doxología.
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