Bajo el término “Globalización” se da significado a una de las rea-lidades más determinantes y cruciales de la historia reciente de la humanidad, de tal modo que se ha convertido en piedra angular de todo el conjunto del diseño arquitectónico del mundo actual (política, economía, educación, religión, cultura, salud, etc.), y centro y objeto principal del estudio y la reflexión de las ciencias sociales y, muy particularmente, de la filosofía de lo político Si bien la globalización, como objeto de estudio constituido y con-ceptualizado es de reciente aparición, el fenómeno que en ella se re-presenta es casi tan antiguo como la humanidad misma. Podría ar-gumentarse, sin mayor riesgo de error, que es parte de la condición humana, que es una tendencia natural en el despliegue y realización de lo que significa ser-humano. Ciertamente podemos rastrear a lo largo de la historia numerosas manifestaciones que son propias de lo que hoy conocemos como globalización: la tendencia permanente del ser humano a salir de su lugar natural o primario hacia el encuentro, reconocimiento y conquista de otros lugares y de sus homólogos hu-manos, el intercambio y apropiación natural, y algunas veces también forzado o impuesto, de elementos culturales propios de agrupaciones humanas distantes y diferentes entre sí, así como a la homogenización de las formas y las costumbres, de los sistemas y de las tradiciones, de las maneras de pensamiento y comprensión, y de las perspectivas y cosmovisiones. Esto hace evidente que, en todo caso, e independiente de la forma como se perciba, se comprenda, se analice y se juzgue el fenómeno de la globalización, este representa un proceso natural e inevitable en el desarrollo de la historia humana, entendida esta como historia del despliegue y desarrollo de su ser específico
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