La disfunción hepática altera tanto la esfera procoagulante (disminuyendo los niveles de los factores procoagulantes y antifibrinolíticos) como la anticoagulante (al disminuir los factores anticoagulantes y fibrinolíticos). Es decir que puede predisponer tanto a sangrado como a trombosis. Aún más complejo, la hepatopatía se asocia a trombocitopenia por entre otros, esplenomegalia, y disfunción plaquetaria al predisponer a una interacción defectuosa plaquetas-endotelio y disminuir la síntesis de tromboxano A2 en la membrana de las plaquetas, alterando con ello la activación de plaquetaria.
Por lo tanto, en el paciente hepatópata se produce un equilibrio inestable, que se ha denominado hemostasia “rebalanceada” a nivel de la hemostasia primaria, secundaria y de la fibrinólisis. Su traducción clínica es que el paciente hepatópata está más expuesto tanto a episodios de sangrado agudo como de trombosis.
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