Al contrario que la mayoría de las naciones occidentales, con Estados Unidos a la cabeza, los países del Sur han adoptado una posición cautelosa respecto del conflicto armado que enfrenta a Moscú y Kiev. La actitud de las monarquías del Golfo, no obstante aliadas de Washington, es paradigmática de ese rechazo a tomar partido: denuncian tanto la invasión de Ucrania como las sanciones contra Rusia. Se impone así un mundo multipolar donde, a falta de divergencias ideológicas, los intereses de los Estados priman sobre todo lo demás.
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