En su discurso sobre el Estado de la Unión, el presidente George W. Bush ha celebrado los progresos democráticos llevados a término en Bahrein. Sin embargo, el emir, autoproclamado rey hace tres años, ha promulgado una Constitución que le garantiza todos los poderes y se opone a algunas libertades reclamadas por el movimiento popular. Los encarcelamientos arbitrarios han vuelto a aparecer, los antiguos torturadores se pavonean de nuevo y una de las más importantes organizaciones de defensa de los derechos humanos ha sido disuelta.
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