No hay día en Irak sin muertos: militares de la coalición, pero también diplomáticos –como el representante de Egipto salvajemente asesinado– y sobre todo civiles inocentes. Esta guerra, deseada por el presidente de los Estados Unidos, genera el caos en la región y sirve para justificar lo injustificable, como el atentado de Londres el 7 de julio pasado. Esta es también una guerra contra el pueblo norteamericano.
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