Sevilla, España
En estas líneas se efectúa una reflexión jurídico-constitucional sobre el llamado pin parental, al hilo de su inicial implantación en la Comunidad de Murcia y su posible establecimiento en otras comunidades gobernadas por el PP con el necesario respaldo de Vox, que promueve su adopción frente a las conocidas —en el ámbito educativo— como actividades complementarias. Se pretende evitar que los alumnos menores accedan a determinados contenidos (como la educación sexual o la diversidad sexual), entendiendo que es una forma de impedir que se les adoctrine. En estas páginas se recuerda la jurisprudencia que avala, ex art. 27.2 CE, la legitimidad de la formación en valores democráticos y de la búsqueda de adhesión de los alumnos a esos valores. Y se recuerda también la legitimidad de la exposición por parte del profesorado de otras ideas, sobre las que no hay consenso social, pero que coexisten en una sociedad plural y diversa como es la propia de un Estado democrático. A la luz de cuanto antecede, debe rechazarse la adopción de un veto o pin parental al amparo del art. 27.3 CE, que podría convertir la educación de los menores en una formación a gusto de los padres hasta el punto de horadar los contenidos necesarios para una adecuada formación integral desde la perspectiva del art. 27.2 CE.
This paper explores from a juridic-constitutional perspective the so-called parental pin —a type of parental veto—, taking into consideration its implementation in the Region of Murcia and its possible extension to different communities governed by the Partido Popular (PP) with the support of Vox. Its adoption is promoted against the so-called complementary activities. Supporters of the parental pin consider it a way to prevent minors from accessing certain contents (such as sexual education or sexual diversity) and to avoid their indoctrination. These pages recall the case law that supports (from art. 27.2 of the Spanish Constitution) the legitimacy of training in democratic values and the search for adherence of students to those values. The teaching staff is also allowed by art. 27.2 to proceed to the mere presentation of other ideas, thoughts, and ways of living coexisting in the plural and diverse society of a democratic State, even when there is no social consensus about them. In light of the foregoing, the adoption of a parental veto allowed by art. 27.3 of the Constitution cannot be accepted. The education of minors could become just an instruction to suit to the parents’ beliefs to the point of eliminating the necessary contents needed to give citizens an adequate and comprehensive education.
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