Los cañones han tenido un protagonismo que va más allá de su utilización bélica. En determinados momentos de nuestra historia, han delimitado las fronteras en numerosos acuerdos y tratados de paz. La ciudad de Melilla, bajo soberanía española desde 1497, delimitó sus fronteras mediante un curioso procedimiento: a mediados del siglo XIX, en un contexto de enfrentamiento directo con Marruecos, los disparos del cañón "Caminante" fijaron sus límites.
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