La abstracción del paisaje no basta como premisa para definir la plástica de Mejan. Se trata, más bien, o por añadidura, de una abstracción del propio pensamiento, de la emoción que brota en lo más recóndito y se vierte mediante el pincel. El lienzo nunca inicia en blanco, porque la idea late desde el momento en que el artista recuerda lo sentido y siente lo recordado, para trasladar un color vivo y un vibrato enérgico en cuadros que son síntesis pura de una naturaleza tan onírica como palpable.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados