El pasado mes de julio, casi tres decenios después de la caída de los jemeres rojos, se ha constituido en Camboya un tribunal, apadrinado por las Naciones Unidas, para juzgar a los dirigentes responsables de genocidio. Los supervivientes esperan el establecimiento de la verdad, al igual que la aplicación de sanciones. Pero la verdad no será más que parcial, pues los protagonistas no camboyanos de la tragedia no serán juzgados.
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