El fracaso de su ejército, este verano, parece haber trastornado a los israelíes. ¿Iban a exigir finalmente que su país negociara con los países vecinos, un sueño (ver el artículo de Georges Corm) inspirador de nuevas iniciativas internacionales? Nada de eso. Ni los crímenes de guerra en el Líbano, ni los cometidos en Gaza desde entonces, ni la nominación al puesto de Viceprimer Ministro de un líder fascistoide han suscitado reacciones masivas. ¿Por qué?
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