Una vez más los gobiernos de los países más contaminantes, las corporaciones del petróleo, el gas y el plástico, los bancos y fondos de inversión con negocios fósiles, las autoridades de organismos internacionales y los “economistas” si es que pueden merecer ese nombre nos han condenado a enfrentar un mundo en llamas. Desde abril de 1995, cuando se realizó la primera Conferencia de las Partes (COP) en Berlín, Alemania, todas las reuniones han “fallado” en establecer mecanismos vinculantes obligatorios para reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI); y lo mismo ha sucedido recientemente en diciembre de 2019, durante la COP25 realizada en Madrid, España. Frente a la catástrofe climática, los “tomadores de decisiones” respondieron con tecnicismos y pasividad, aplazando un año más la aplicación de soluciones estructurales. Con éste ¡ya son 25 años perdidos en “negociaciones” internacionales! (Harvey, 2019).
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