Consumadas las guerras napoleónicas y con el florecimiento económico de los países europeos, comensó en las clases ilustradas la fascinación por conocer tierras exóticas o lejanas, producida por una sensiblidad eminentemente romántica. Empezaron pues a trasladarse hacia América del Norte y América Latina viajeros y agentes políticos, quienes dejaron en sus cornés de viaje y sus carpetas de apuntes las primeras referencias acerca de las repúblicas americanas y los tesoros escasamente explorados por España y Portugal.
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