Hungría ha seguido un camino de desarrollo orientado a la IDE (inversión directa extranjera) durante el proceso de transición. En nuestros días, la economía húngara se ha internacionalizado mucho y está controlada en gran parte por compañías de propiedad extranjera, las cuales han contribuido en gran medida a la modernización de la producción, a la reorientación de los mercados y a la transmisión de conocimientos significativos. Sin embargo, este impulso inicial del desarrollo parece que se aproxima a su fin, al menos de la manera en que solía funcionar en Hungría durante la década de los noventa. Los signos de saturación son claramente visibles y la cuestión es ahora cómo abrir un nuevo capítulo en el modelo de desarrollo orientado a la IDE. Las inversiones y actividades tienen que desplazarse hacia áreas más sofisticadas. Pero para conseguir los cambios, Hungría tiene que disponer de una oferta suficiente de mano de obra formada, así como de infraestructuras. Además, tiene que replantearse el sistema de incentivos a la inversión, ya que la incorporación a la UE ha dejado anticuados los antiguos estímulos, que por lo demás han sido eficientes. Los esfuerzos tienen que organizarse en torno al Plan de Desarrollo Nacional, que es el pilar de la ayuda disponible de la UE.
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