2021 ha sido el año de la recuperación del empleo a nivel global y de la española en particular. Todo ello en un contexto marcado por la persistencia de la crisis sanitaria y las implicaciones sobre la actividad socioeconómica de las sucesivas olas de la pandemia. El despliegue de los planes de vacunación y su efectividad, la progresiva reapertura de las economías, especialmente de los sectores de consumo social, la actuación de las políticas monetarias y fiscales y los programas de suspensión temporal de empleo (ERTE), introducidos por los Gobiernos, han permitido una recuperación más dinámica y homogénea del mercado de trabajo.
En efecto, en las economías avanzadas se ha registrado una progresiva reducción de la tasa de desempleo hasta situarse en los niveles próximos a diciembre de 2019. No obstante, entre los Estados miembros de la eurozona, algunos países siguieron mostrando niveles de desempleo ligeramente superiores a los registrados antes del inicio de la crisis sanitaria.
A pesar de esta positiva evolución del empleo, la zona monetaria europea continuó reflejando elevadas divergencias en la realidad del mercado laboral de sus Estados miembros. Así, España registra una de las mayores tasas de desempleo entre los países de la UE, con un 13,3% de la población activa, cifra que casi duplica la tasa media de paro europea de un 7,2%.
No obstante, España ha presentado una intensa recuperación del empleo. A lo largo de 2021, según los datos de la Seguridad Social, la economía española generó 776.478 empleos, cifra que no se superaba desde 2005, en un contexto entonces marcado por la regulación de empleo de la población inmigrante. De esta forma, a finales del año pasado, se observó una generación de nuevos puestos de trabajo total un 55% superior a la registrada en la anterior recuperación económica entre 2014 y 2019 (500.000 empleos en promedio al año), en su caso impulsada por la reforma laboral de 2012.
Sin embargo, la economía española afronta incertidumbres en torno a las previsiones de su crecimiento, las tensiones inflacionistas, la evolución de la pandemia y los riesgos geopolíticos, por lo que 2022 será un año clave para determinar el dinamismo y la realidad del mercado laboral a corto y medio plazo. Por ello, disipar estas dudas y superar las actuales expectativas depende del éxito del plan de recuperación Next Generation UE y del diseño de las reformas estructurales.
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