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Resumen de Programa integral de salud de los hombres: una necesidad urgente

Alexis Valenzuela Mayorga, Diego Silva Jiménez

  • Es América un continente poblado por muchas razas y etnias, con dos subregiones con claras características económicas, sociales e históricas distintas como lo son Canadá y Estados Unidos y Latinoamérica y El Caribe con una población total sobre los 1.015 millones de personas (Banco Mundial, 2019), en todo el continente los hombres representan un 49% y las mujeres un 51% (World Health Organization 2016, OPS 2019). Los países miembros de la OPS han desarrollado por más de 100 años estrategias de prevención de la mortalidad infantil y materna, logrando aumentar las expectativas de vida en este grupo y en menor proporción para los hombres.

    A pesar de los avances en la salud de las personas, es posible observar importantes inequidades en la salud de hombres y mujeres, siendo estas últimas, quienes se exponen a los riesgos de embarazo, parto, puerperio y aborto, con una tasa mortalidad materna en Las Américas, de 67,4 x 100.000 nacidos vivos (OPS, 2019). Para ello, los diversos países han desarrollado estrategias de protección de la salud de las mujeres, mediante acciones de planificación familiar, salud sexual reproductiva y establecimiento de programas de salud de la mujer.

    Pero un gran ausente en el mundo es un programa que, de protección a los hombres desde una perspectiva de género, que pueda enfrentar fenómenos como la sobremortalidad masculina, expresada en Las Américas con mortalidad general de 6,9 en hombres y 4,5 en mujeres por 1000 habitantes; las tasas de suicidio de 14,2 en varones y 4,2 en mujeres por 100.000 habitantes; las tasas de homicidio de 31,1 en hombres y 4,3 en mujeres por 100.000 habitantes, (OPS, 2019).

    Con 18% más de años de vida perdidos por muertes prematuras de hombres en comparación de mujeres (OPS, 2019).

    Comprender la sobremortalidad masculina y las diferencias de morbilidades entre hombres y mujeres ha tratado de ser explicado por la falta de autocuidados en varones (De Keijzer, 1998 y Bonino 1989), así como las barreras en el acceso al sistema de salud, dadas por los horarios y los requisitos de ingreso a los programas de salud preventivos de la salud primaria (Valenzuela, 2008).

    Desde el enfoque promocional se han observado acciones exitosas en la salud de los varones tales como, la participación en el parto (Aguayo y Sadler, 2011) y crianza de los niños y niñas (Aguayo y Kimelman 2014), las campañas por la no violencia como Lazo Blanco (Bard G, 2016), siendo estos hechos aislados, no financiados y con escasa continuidad. Es por lo anteriormente expuesto que resulta necesario contar con un Programa Integral de Salud de los Hombres (PISH).

    En Las Américas dicha estrategia de promoción solo existe en Brasil, dando respuesta a las necesidades de los hombres desde su diversidad racial /étnica, curso de vida, orientación sexual, con estrategias de prevención primaria, secundaria y terciaria. El otro país con un programa de salud para los hombres es Australia, mientras Europa tiene un programa de salud para los hombres sólo en Irlanda. El PISH puede ser financiado con la reducción de costos de la morbimortalidad masculina, así como con la reducción de las consecuencias de la masculinidad hegemónica para las mujeres y niñas, tales como femicidio, embarazo adolescente, violencia, accidentes (Heilman, Barker y Harrison, 2017).


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