Vivimos en un momento histórico en el que nadie duda de la realidad de las desigualdades sociales, de la pobreza y la exclusión social, agravada por la COVID-19. Los Servicios Sociales se encuentran sobrecargados de demandas asistenciales y no logran, además, articular adecuadamente lo urgente y lo importante. La historia nos muestra nuevos perfiles y -desde la acción social- con nuestras narrativas, unidas a nuestras intervenciones, podemos propiciar que la historia se oriente en la dirección de los derechos humanos y de una justicia universal para todas las personas.
Hace años venimos hablando de Trabajo Comunitario y de una Acción Social y de unos Servicios Sociales Integradores, en el marco de una Gestión Integrada de Políticas Sociales (GIPS). Se trata de responder a la complejidad social, desde la ineludible participación de todos los actores, lo que exige eficaces e innovadoras estrategias que integren en equilibrio la asistencia y el cuidado, junto a la participación y la prevención. Creo que la Gestión Integrada y el Trabajo Comunitario ofrecen aportaciones importantes, empíricas, conceptuales y metodológicas, para el diseño de políticas de intervención acordes con las necesidades y el modelo de construcción de respuestas que necesita el Siglo XXI.
La presente comunicación se ofrece también como un homenaje a Marco Marchioni, que nos dejó el 22 de marzo de 2020, recogiendo algunas de sus reflexiones y propuestas sobre la intervención comunitaria, que él une al avance de la democracia participativa. Ofreceré un resumen de las líneas que considero más centrales en su metodología.
Por ello necesitamos, hoy más que nunca, trabajar otra intervención social integradora, en la que el Trabajo Comunitario no sea residual, como hasta ahora, sino un eje central vertebrador de una Nueva Acción Social y Política, participativa, innovadora y transformadora.
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