En arquitectura, la irrupción del gótico fue mucho más que un cambio de estilo: a partir de la experiencia del románico, la construcción gótica no supuso una evolución, sino una revolución. Los maestros que lo adoptaron tuvieron que aprender un sistema nuevo, un modo diferente de comprender la edificación y el abanico de técnicas y sistemas que conlleva. Cuando llegó el primer gótico a nuestro suelo, en las últimas décadas del siglo XII, los maestros hispanos llevaban casi dos centurias curtiéndose en las habilidades propias de la construcción y la ornamentación monumental.
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