La comunicación, sus agentes, sus medios y sus mensajes constituyen un circuito, en el que el poder se encarna, por cuanto se establecen, consciente e inconscientemente jerarquías que operan como marcadores del lugar de la enunciación y de la recepción. El uso de una palabra, el tuteo o un simple gesto con la mano, concretan el lugar social que cada uno ocupa en relación con el circuito comunicativo.
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