El nacimiento de los hijos constituye un momento central, en la vida de las mujeres, caracterizado por una especial vulnerabilidad, en el que se precisa de cuidados y atenciones. Este trabajo pretende una reflexión sobre los principios éticos que caracterizan la relación asistencial entre profesional y usuaria teniendo en cuenta las peculiaridades de la relación asistencial en el proceso procreativo.En primer lugar se presenta una reflexión en torno a la medicalización de la vida producida durante el siglo XX que ha permitido que embarazo y nacimiento se contemplaran como procesos médicos. Se pretende una revisión de las coordenadas históricas, científicas y profesionales en las que se ha enmarcada la asistencia a las mujeres durante el proceso de la maternidad; para poner de manifiesto que la atención al nacimiento, cuando se producía de forma fisiológica se inscribía en los cuidados de atención a la vida. La tecnificación de la asistencia se inició en el siglo XVIII, pero fue durante el siglo XX cuando tuvo lugar una autentica revolución biomédica que propició una medicalización de muchos aspectos de la vida, entre ellos el nacimiento.En segundo lugar se pretende indagar en la cuestión del género y la simbología social de la maternidad, desde una perspectiva feminista; sin olvidar la característica especial de la relación asistencial en embarazo y parto donde la diada tradicional profesional!usuario es substituida por la triada: profesional/'embarazada!feto. En estos momentos el número de pruebas y tecnologías aplicables durante los procesos de atención a embarazo y parto aumentan; por tanto el proceso de toma de decisiones informadas por parte de la mujer gestante es fundamental. Optar por un modelo u otro de asistencia al parto presenta un grado de complejidad que debe tenerse en cuenta en el seno de la relación asistencial.Son numerosas las voces que reclaman una asistencia más respetuosa con la fisiología durante la asistencia al nacimiento para de esta forma recobrar el punto de humanización que la tecnificación de la asistencia ha dejado atrás. La argumentación desarrollada pretende poner de manifiesto que una atención más respetuosa con la fisiología de los procesos, no garantizará, sin más, una atención más humanizada, si no se tiene en cuenta el equilibrio entre los principios de beneficencia y autonomía en el seno de una relación asistencial que privilegie el diálogo y el respeto al derecho de las mujeres a su autonomía, entendiendo ésta desde la singularidad, contextualización y acompañamiento de cada uno de los embarazos y partos.
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