Sevilla, España
La sexuación humana está condicionada por múltiples factores, de manera que se puede hablar propiamente de un sexo cromosómico, un sexo gonadal, un sexo genital, un sexo fenotípico, un sexo psicológico y los aspectos socioculturales de la sexuación humana desde las categorías de sexo/género.
Desde la perspectiva de la sexuación gonadal, el estadio indiferenciado permanece hasta el final de la sexta semana del desarrollo embrionario y no permite determinar la futura sexuación definitiva, en un sentido u otro, del embrión.
La diferenciación sexual femenina, a partir de la gónada indiferenciada, comienza a partir de la octava semana del desarrollo y va a quedar a expensas de los conductos de Müller, que además de originar el aparato urinario va a conformar el aparato genital.
Los conductos de Müller o paramesonéfricos son conductos pares que se desarrollan a partir de la séptima semana, y que en la mujer van a formar parte de la vagina, el útero y los oviductos, mientras que en el hombre degeneran, si bien dan lugar al apéndice y a los testículos.
Dentro de la reproducción humana van a tener un papel determinante los denominados ciclos reproductores femeninos: el ciclo ovárico y el ciclo endometrial. Ambos van a estar regulados por el sistema hipofisario y los factores liberadores hipotalámicos, que junto a las gónadas constituyen el conocido eje “hipotálamo-hipofisario-gonadal”; su interacción va a partir de los mecanismos de retroalimentación que se establezcan en cada momento.
La finalidad del ciclo ovárico es proporcionar un óvulo válido para la fertilización, a través de un complejo proceso que tiene tres fases bien diferenciadas: desarrollo folicular, fase ovulatoria y fase de conformación del cuerpo lúteo.
El ciclo endometrial o menstrual, por su parte, va a tener como finalidad suministrar un posible emplazamiento adecuado al óvulo fecundado. Tiene también varias fases bien establecidas, que son: la fase menstrual, la proliferativa, la fase secretora y la fase isquémica previa a otro nuevo ciclo.
Las hormonas hipofisarias, la FSHy la LH, controlan el ciclo ovárico e inciden en la producción de estrógenos y progesterona por los folículos estimulados y el cuerpo lúteo del ovario. Por su parte, las hormonas ováricas, estrógenos y progesterona, controlan el ciclo uterino o endometrial.
La diferenciación sexual masculina, a partir de la gónada indiferenciada, comienza a partir de la séptima semana del desarrollo. Conlleva un proceso de desarrollo testicular y formación de las estructuras reproductoras propias del varón, que se realizan a expensas del conducto de Wolff.
Los conductos mesonéfricos o de Wolff van a conformar a nivel genital gran parte del aparato sexual masculino, dando lugar a los conductos deferentes, mientras que en la mujer degeneran.
El aparato reproductor masculino está formado por una serie de estructuras u órganos internos y externos, cuya finalidad última es su perfecta ordenación para la fecundidad dentro del fascinante complejo de la reproducción humana.
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