Tuvo que formar parte del paisaje de la Villa de Durango y de su entorno durante la Baja Edad Media la extraña figura que en piedra arenisca se alzaba solitaria en las proximidades de la ermita de San Vicente Mártir de Mikeldi, al pie del camino que iba a Bilbao. Es de entender que debió ser interpretada en el imaginario colectivo de un modo determinado, justificando así su presencia a través de algún tipo de narración o dicho.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados