Cuentan los mayores que todos los años por el 13 de Junio, día de San Antonio de Padua, gentes de toda Euskal Herria vestían sus mejores galas y se acercaban en tren, autobús, en carreta o caminando hasta lo alto de Urkiola. Allí, miles de personas pasaban el día y rendían devoción al santo, muchos después de haber pasado la noche al raso. Sus recuerdos alcanzan hasta los días previos a la Guerra Civil y se detienen con especial cariño en los años posteriores a la contienda, las décadas de escasez en las que tal jornada servía para romper la dura rutina de la época.
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