La soledad es un infierno. No obstante, existen dos tipos de soledad: la deseable para estar solos y la indeseable, o la que nos conduce a un aislamiento. Este artículo presenta el combate entre ambas. Librarlo -ser contemplativos a cómo se desarrolla y tomar parte en el asunto- conlleva una decisión: la confianza absoluta en Dios. Primero, presentaremos la soledad, la que separa y la que nos vincula para, en segundo lugar, describir una serie de parejas de baile que iluminen esta lucha espiritual. Concluiremos con el relato del Evangelio del herido, aquel que vivió la soledad, deseable y la indeseable.
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