Estas páginas discurren sobre el origen y persistencia de dos maneras de pen-sar el concepto de Museo Nacional en México. Busco apuntar a las influencias que puedan hallarse en diversas puestas en escena cuyo asunto era la cultura mexicana entre 1877 y 1952. Propongo que dichas configuraciones responden a dos influjos discursivos; uno de índole histórica y narrativa, el otro formalista y estetizante. Contrasto entonces el pormenor de etapas para el desarrollo de la patria con otra preocupación que está en los valores plásticos como directrices para el trabajo expositivo. La intención es señalar a tres instantes en que la práctica en el museo se revisa y se transforma.
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