Los ayuntamientos fueron fundamentales en la administración del agua en Oaxaca hasta bien entrado el siglo XX. Desde comienzas del siglo XIX gestionaron su uso y distribución con base en prácticas heredadas del periodo colonial. No obstante, a lo largo de esa centuria el Estado realizó esfuerzos para organizar la forma en que se arrendaban o cedían las "aguas comunales" a distintos actores. Durante el Porfiriato el gobierno estatal se enfocó en facilitar el desarrollo de actividades económicas como la agricultura y la minería. Dado esto, se expidió una Ley de Aguas que si bien es cierto que respetó la propiedad de los ayuntamientos, también es verdad que abrió la puerta a la centralización y al acaparamiento de los recursos hídricos de la entidad por un reducido grupo de políticos, empresarios e inversionistas extranjeros.
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