Resumen de Búnkeres del siglo XX: cicatrices patrimoniales
Alberto Atanasio Guisado, Jorge Moya Muñoz
Un patrimonio incómodo. Con estas escuetas palabras podríamos definir la dimensión patrimonial de los búnkeres construidos durante el siglo XX que, a día de hoy, perviven como recuerdo de un pasado bélico no tan lejano. Esta perturbación es compartida por muchas personas investigadoras que se han acercado previamente a la imposibilidad de alejar un hecho cruento de un objeto arquitectónico, definiéndolas como patrimonio temible o negativo. El motivo es que no hay olvido en la materialidad para un hecho reciente. Ante un búnker somos capaces de admirar su geometría, su composición arquitectónica, su inclusión en el paisaje, pero a su vez, somos incapaces de despojarlo de la funcionalidad originaria para la que fue creado. Esta discordancia la produce tanto su observación directa como la simple contemplación de una fotografía con un breve rótulo, ya que su trasfondo es el que subyace y el que en definitiva rememora, remueve, agita las heridas. Queda por tanto su temprano soporte jurídico muy alejado de la valoración social presente. Esta brecha, pese al amparo que sugiere su inocua definición en los diferentes planes de arquitectura (“arquitectura defensiva o militar”) sigue muy alejada del reconocimiento del que gozan los castillos, baluartes, torres, etc., permaneciendo como lo que hemos denominado cicatrices patrimoniales.
