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Las lenguas de signos deberían ser una asignatura obligatoria en el currículum escolar, como un idioma más

  • Benito Rey, Marisol [1] (entrevistado)
    1. [1] Universidad Autónoma de Madrid

      Universidad Autónoma de Madrid

      Madrid, España

  • Localización: CLINA: an interdisciplinary journal of translation, interpreting and intercultural communication, ISSN-e 2444-1961, Vol. 7, Nº. 1, 2021, págs. 129-138
  • Idioma: español
  • Títulos paralelos:
    • Sign languages should be a compulsory subject in the school curriculum, like any other language
  • Enlaces
  • Resumen
    • Dada mi condición de CODA (Children of Deaf Adults), y como miembro de una familia con personas sordas (con padres, tíos sordos), he realizado tareas de intérprete y, en cierto modo, de mediadora cultural desde temprana edad. En ocasiones, esta labor ha sido abrumadora debido a la falta de madurez, así como a la dificultad de los temas a interpretar por tratarse de asuntos legales, administrativos, entre otros, puesto que siempre se comienza con esta labor desde edad temprana. Continuamente me he encontrado nadando entre dos culturas, la cultura sorda y la oyente, siendo la LSE parte de mi identidad cultural y personal.

      Desde el año 2015 (año en el que fue realizada la entrevista) hasta nuestros días, la situación de las personas sordas en nuestro país no ha mejorado sustancialmente, muy al contrario, se ha visto agravada por la pandemia. En cierto modo, se han visto afectados los derechos de las personas con discapacidad (no solo de las personas sordas). Tal y como ha publicado en marzo del 2021 el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI), que denuncia en su informe el impacto negativo que ha supuesto la pandemia en los derechos de las personas con discapacidad.

      Desde las instituciones se habla de siempre de inclusión y de atención a la diversidad, pero esta pandemia ha hecho que miles de personas sordas se vean más aisladas que antes de la COVID-19. No se ha realizado ningún tipo de adaptación ni se han tenido en cuenta sus problemas de accesibilidad. Esta pandemia ha puesto de manifiesto las carencias de las administraciones con respecto a políticas sociales, ahora más que nunca es necesario que las personas normoyentes aprendan la Lengua de Signos para poder comunicarse con personas sordas o sordociegas.

      ¿Cómo reaccionarían ustedes al conocer que una persona sorda no sabe que alguien le está dirigiendo la palabra porque no puede ver que su interlocutor mueve los labios? Esta cuestión es una realidad a la que muchas personas con discapacidad auditiva deben enfrentarse a diario. En una lengua en la que los componentes no manuales (la expresión facial, oralización…) son primordiales para captar el mensaje, la mascarilla supone una barrera en la comunicación, pero no solo para aquellas personas que se comunican mediante la lengua de signos, también, para aquellas personas que poseen algún grado de pérdida auditiva o, incluso, para personas con algún trastorno del espectro autista (TEA) y a las que el uso de las mascarillas les resta volumen, llegando, incluso, a apagar las voces dificultando su comprensión. Al aislamiento que sufrimos todos se suma el de las personas con discapacidad auditiva. Muchas personas sordas o con algún grado de pérdida auditiva necesitan apoyarse a la hora de comunicarse con su entorno en la lectura labial (aunque no todas personas sordas la empleen).

      En febrero de 2021 el Ministerio de Consumo publicó una normativa por la cual, se establecen los requisitos que las mascarillas higiénicas transparente deben cumplir para poder ser homologadas. Sin embargo, hasta el momento, ninguna empresa ha realizado homologación alguna de este tipo de mascarillas, por lo que las personas sordas deben continuar aisladas. A esta dificultad añadida de las mascarillas se suma la reducción de los servicios de interpretación y en algunos lugares, la prohibición acudir con intérprete a realizar gestiones burocráticas de tipo médico o administrativo, con una reducción del 90 % de la atención presencial. Se hace necesario, más que nunca, un aumento de los servicios de intérpretes y mediadores.

      Un año después del comienzo de la pandemia, la situación no ha mejorado para la Comunidad Sorda en nuestro país. Sin embargo, y para evitar en la medida de lo posible esa exclusión social, me gustaría terminar con la siguiente frase que resume una necesidad: «Las personas sordas no pueden aprender a oír, pero tú si puedes aprender lengua de signos».


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