Entre los fenómenos artísticos huidizos, que no se dejan encerrar en una definición, el humor cruzó, invencible, mares y siglos. Sobre todo porque aquellos que intentaron definirlo ignoraron una cosa muy simple: ¿cómo pretender, seriamente, rotular lo que está en permanente mutación? ¿Si no fuera así, si esta mutación no fuera una constante, contendría el humor belleza, estaría así preñado de verdad?
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