Jairo Mojica Corzo, Jesús A. Eslava R.
Se describen algunos movimientos en masa ocurridos en junio-julio de 1986 en el Municipio de Rondón (Boyacá), localizado en la parte centro oriental de la Cordillera Oriental Colombiana, a alturas entre 1.600 y 2.400 m.s.n.m. Se trata de diversos deslizamientos que afectan ante todo sectores con litologías lutítico- bituminosas ("black shales") y arcillolitas rojas del Cretácico superior (Grupo Churuvita, Fm. Conejo) y del Terciario inicial (Fm. Guaduas), respectivamente. Las observaciones de campo permitieron establecer que dichos deslizamientos son consecuencia de la combinación de factores negativos para la estabilidad del terreno, como lo son la presencia de litologías poco resistentes, altas pendientes y, sobre todo, la existencia de un microclima de alta pluviosidad, que de acuerdo con los registros meteorológicos de los últimos 32 años, produce precipitación de máxima intensidad en mayo-junio. Sin embargo, según los testimonios de los moradores, los corrimientos no se manifiestan todos los años, sino con periodos de recurrencia, aún no bien establecidos, de varias decenas de años. De acuerdo con la información disponible, los deslizamientos se desencadenan o reactivan en aquellos periodos lluviosos con precipitación por encima de lo normal, pero en especial, cuando ocurren sucesivos aguaceros de alta intensidad.
Se describen algunos movimientos en masa ocurridos en junio-julio de 1986 en el Municipio de Rondón (Boyacá), localizado en la parte centro oriental de la Cordillera Oriental Colombiana, a alturas entre 1.600 y 2.400 m.s.n.m. Se trata de diversos deslizamientos que afectan ante todo sectores con litologías lutítico- bituminosas ("black shales") y arcillolitas rojas del Cretácico superior (Grupo Churuvita, Fm. Conejo) y del Terciario inicial (Fm. Guaduas), respectivamente.
Las observaciones de campo permitieron establecer que dichos deslizamientos son consecuencia de la combinación de factores negativos para la estabilidad del terreno, como lo son la presencia de litologías poco resistentes, altas pendientes y, sobre todo, la existencia de un microclima de alta pluviosidad, que de acuerdo con los registros meteorológicos de los últimos 32 años, produce precipitación de máxima intensidad en mayo-junio. Sin embargo, según los testimonios de los moradores, los corrimientos no se manifiestan todos los años, sino con periodos de recurrencia, aún no bien establecidos, de varias decenas de años. De acuerdo con la información disponible, los deslizamientos se desencadenan o reactivan en aquellos periodos lluviosos con precipitación por encima de lo normal, pero en especial, cuando ocurren sucesivos aguaceros de alta intensidad.
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