Sábado por la mañana. Nos bajamos del tren. El día está soleado, y en el recorrido que separa la estación de la plaza Nueva nos acompaña la característica luminosidad de la capital ribera, y también, todo hay que decirlo, un frío que pela. Llegamos a la plaza y en una de sus terrazas nos pedimos un café bien cargado. Una vez que ya nos hemos situado, decidimos hacer una visita al cercano Mercado de Abastos. Pues bien, ¿Se imaginan que al enfilar la típica calle Concanera, camino del Mercado, nos la encontrásemos totalmente desprovista de sus características y variadas rotulaciones que tanto ambiente y personalidad le proporcionan?
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