En septiembre de 1908, mientras el noruego Roald Amundsen preparaba una expedición para alcanzar el polo norte, en Gran Bretaña Robert Scott organizaba otra para llegar al polo sur. El destino quiso que los planes de Amundsen se trastocaran y decidiera dirigirse también a la Antártida, lo que nos permitió ser testigos de la carrera más apasionante de la historia de la exploración polar.
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