A 500 años de la herida de san Ignacio, las instituciones educativas encomendadas a la Compañía de Jesús inician la conmemoración en un año atípico y complejo. La pandemia surge como una herida colectiva que exige un momento de reposo y curación. Los retos usuales de la educación superior encuentran hoy un panorama incierto que exige una revisión de nuestras tradiciones educativas y habilidades docentes, a la luz de la pedagogía ignaciana que hoy aparece como una oportunidad para situarnos en un momento complicado y evaluarnos sinceramente. Este texto pretende mostrar qué elementos de esa pedagogía van encontrando áreas de oportunidad entre nuestros estudiantes, además de ofrecer perspectivas a los docentes que se sienten limitados al momento de aplicarla a sus respectivos cursos.
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