En el año 1923, tres años antes del traumático arranque de las pinturas murales de la ermita de San Baudelio (Casillas de Berlanga, Soria), se fotografió un grafito histórico situado sobre uno de los animales de la célebre escena Cacería de liebres. Con dicho arranque el grafito se creyó destruido, pero, a pesar del viaje a Estados Unidos de las pinturas (traspasadas a lienzo) y su posterior vuelta a España, el grafito continúa visible en el Museo del Prado. En este artículo se analiza el sentido de esta roboratio y las circunstancias de su conservación.
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