Setenta y cinco años es una edad adulta para un hombre, pero para un país es una edad joven. Más si se trata de la mayor democracia del mundo, donde conviven 1.300 millones de personas de diferentes orígenes, etnias, religiones y culturas. Un batiburrillo único, donde el pasado está muy presente y donde la religión juega un papel preponderante. Más que un país es un subcontinente, vasto y variado, que nunca se acaba de conocer. Doy aquí mi consejo sobre unos lugares que me han marcado, pero hay muchos más, la lista sería inacabable. Lo maravilloso de viajar por La India es que el viaje se transforma enseguida en una experiencia que queda para siempre grabada en nuestra memoria. Porque La India son monumentos, ritos, festivales, ciudades, santuarios, desiertos, montañas, playas tropicales… pero, sobre todo, La India es su gente.
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