Barcelona, España
En España a raíz de los sucesos de la Semana Trágica de Barcelona de 1910, con el pretexto de la protección a la infancia y el de la educación física, los sectores más conservadores y reaccionarios articularon instituciones regeneracionistas y patrióticas que modelaron las mentalidades y los cuerpos de la infancia socialmente desprotegida con finalidades productivas y violentas. Sobre este contexto se emplaza el objetivo de este artículo que se propone argumentar cómo este nacionalismo español estableció unas medidas pro-infancia con el propósito de concebir unos dispositivos disciplinarios para hacer de los impúberes un blindaje ofensivo de la unidad católica-nacional. Una metodología histórica-documental centrada en las fuentes primarias de la prensa de Madrid y Barcelona sitúan los textos originales en una hermenéutica crítica que se apoya en otros estudios relativos a la época y vinculantes al objeto de estudio. Se concluye que al llegar el 18 de julio de 1936 muchos de estos niños, ya hombres viriles, habían asimilado el marco mental guardián de la unidad territorial del Estado-católico y, también, a condenar a los que no eran como ellos, los “malos españoles” que había que eliminar.
In Spain, as a result of the events of the "Tragic Week" in Barcelona in 1910, and under the pretext of protecting children and promoting physical education, the most conservative and reactionary sectors organised regenerationist, patriotic institutions that shaped the minds and bodies of socially deprived children for exploitative and violent purposes. This article argues that this Spanish nationalism established pro-childhood measures in order to create disciplinary devices that would turn these infants into attacking armour in support of national-catholic unity. A historical-documentary methodology centred on primary sources from the Madrid and Barcelona press places the texts under the prism of critical hermeneutics, supported by other studies on the period that are related to this topic. The conclusion is that, by 18 July 1936, many of these children, now virile men, had assimilated the mental framework of guardians of the territorial unity of the Catholic State and, furthermore, condemned those who were not like them: the "bad Spaniards" that had to be eliminated.
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