Provincia de Talca, Chile
El Tractatus de Wittgenstein es una obra desconcertante para quien la ha leído. Una vez recorridas sus complejas tesis filosóficas, sus últimos pasajes declaran que sus proposiciones se esclarecen cuando son reconocidas como sinsentidos. El libro debe ser leída como una escalera para ser arrojada una vez que hemos subido por ella. Al respecto, hay por lo menos dos posturas al respecto en la literatura: mientras la tesis de inefabilidad sostiene que el propósito del Tractatus es comunicar algún tipo de verdad inexpresable a través del reconocimiento de su sinsentido, de acuerdo con la tesis terapéutica su propósito es exclusivamente identificar el sinsentido de la obra para determinar lo que resulta expresable. En este artículo defiendo una tercera opción según la cual la metáfora de la escalera ―compuesta de tres peldaños sobre la naturaleza del mundo, el lenguaje, y el sujeto― se debe entender desde su significado paradójico. El Tractatus no es una obra que intente comunicar un conocimiento teórico (proposicional) y, sin embargo, arrojar la obra al sinsentido lleva al lector al descubrimiento práctico de una posición ética para ‘ver correctamente el mundo’ a partir de la paradoja de un límite.
Wittgenstein’s Tractatus is a baffling work for someone who has read it. Once we have gone throughout its complex philosophical thesis, its last two passages claim that its propositions are cleared up by being recognized as senseless. The book must be read as ladder to be thrown away once we have climbed it up. In this respect, there are at least two accounts in the literature: while the ineffability view contends that the purpose of the Tractatus is to communicate some kind of inexpressible truths throughout the recognition of its senselessness, according to the therapeutic view its purpose is exclusively to identify the senseless of the work to determine what really is sayable. This article argues a third view in which the metaphor of the ladder ―having three rungs about the nature of the world, language, and the Self― must be understood from its paradoxical meaning. The Tractatus is not a work trying to communicate a theoretical (propositional) knowledge and, therefore, throwing it away to the senseless takes the reader to the practical discovery of an ethical position to ‘see the world rightly’ from the paradox of a limit.
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