Las empresas son en la sociedad contemporánea agentes generadores de riqueza y de valor. En primer lugar, deben ser eficientes financieramente, pero la sociedad hoy les exige que además de generar valor para sí mismas lo hagan para el conjunto de la sociedad, en un compromiso de no daño ambiental y social intergeneracional. Las inversiones requeridas para ello pueden afectar a su eficiencia financiera, o por el contrario verse premiada a través del valor de la acción en una especie de reconocimiento social. A este dilema se enfrenta el gobierno corporativo quien debe asumir con total liderazgo la correspondiente política ASG (ambiental, social y gobernanza) y así lo están haciendo ya las grandes empresas, como es el caso de Amper, S.A., que se analiza.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados