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La imagen-cuadro: un concepto acomodaticio en el tiempo

  • Autores: Liliana Albertazzi
  • Localización: Exit: imagen y cultura, ISSN 1577-2721, Nº. 9 (Febrero-Abril), 2003 (Ejemplar dedicado a: Espacios del arte), pág. 112
  • Idioma: español
  • Texto completo no disponible (Saber más ...)
  • Resumen
    • En este número nueve de Exit, ¿Espacios del arte¿, dedicado al vis-à-vis que se establece entre las imágenes de arte y la propia imagen de la fotografía, constataremos que la atracción de los artistas por el sujeto nos remite a diferentes intenciones. La primera de estas fascinaciones reside en la observación de el que mira una obra como sujeto de un objeto, y que este objeto es, en sí mismo, lo mirado como obra. Imbricación de palabras, de sentidos, de perspectivas, todo se juega en el cuestionamiento de las intenciones y las intencionalidades. La historia de la pintura nos ha dado numerosos ejemplos de estas idas y vueltas entre el que observa y el cuadro observado. Pero la amplitud que ha tomado la fotografía, que parece invadir las paredes como en otros tiempos lo hicieron los cuadros en L¿enseigne de Gersaint de Antoine Watteau, encara la confrontación con una nueva ambición.

      Hace apenas veinte años, y dejando al margen la utilización conceptual de la fotografía, el debate en torno a ella se situaba todavía en el terreno de su estatus: artístico para unos, de reportaje o científico para otros. Desde entonces algo ha cambiado radicalmente en cuanto a la consideración del contenido mismo de la materia fotográfica, desde que se comenzó a cuestionar el hecho plástico más que la técnica, la fotografía hizo acceder a la imagen a la noción de cuadro.

      En este número de Exit se da cuenta de las imágenes que corresponden al tema, pero este texto en particular quiere retomar lo que ha sido el contenido inicial de la relación entre la foto y el cuadro. Así, desde este punto de vista, nos volcamos hacia la lectura del teórico y crítico francés Jean-François Chevrier, que ha desarrollado los conceptos de base de este cambio.

      A finales de los años ochenta, dos exposiciones propuestas por Jean-François Chevrier y James Lingwood, Une autre objectivité y Matter of Facts marcan un giro en la apreciación de la fotografía. Ciertamente, desde la década de los setenta, los artistas no habían dejado de utilizarla como testimonio, como instrumento crítico y de análisis. Pretendiendo (erróneamente) una especie de confiscación de la realidad o con la intención de registrar lo efímero o de documentar una acción, la foto ha atravesado casi todas las corrientes artísticas de los años setenta, especialmente la del arte conceptual. Anteriormente, el Pop Art, particularmente a través de Andy Warhol o de la escena alemana ligada a la Real politik, había elaborado una reflexión entre la pintura y la fotografía bajo otro ángulo, distinto al del hecho pictórico con el cual, históricamente, la fotografía ya había tratado de identificarse en sus comienzos. Pero confirmémoslo, uno de los hechos más importantes de finales de los ochenta se esbozaba ya con los apropiacionistas americanos que lograron hacer desaparecer casi definitivamente lo que denominamos fotos ¿de arte¿. A partir de ese momento, los artistas han utilizado la fotografía y los que hacen fotos las hacen sólo con la intención de hacer arte y reflexionar sobre la constitución de la obra.

      Sin embargo, subsisten ciertos matices y una diversidad de puntos de vista que en ocasiones se enfrentan. De hecho, en un momento dado, se manifestó una necesidad de actualización de la teoría en torno a la fotografía, y sólo en el año 1989 se inauguraron tres grandes exposiciones en las instituciones más importantes de París: L¿invention d¿un regard (¿La invención de una mirada¿) en el Musée d¿Orsay, L¿invention d¿un art (¿La invención de un arte¿) en el Centro Georges Pompidou, y Une autre objectivité (¿Otra objetividad¿) en el Centro Nacional de Artes Plásticas, que desde entonces cedió sus instalaciones al Centro Nacional de la Fotografía.

      La exposición del Musée d¿Orsay abarcaba los primeros años de la fotografía y, evidentemente, las relaciones entre la pintura y el cuadro eran tratadas bajo el aspecto tradicional de la competencia existente entre ellos, analizada sobre todo a través de lo pictórico y, a partir de ello, afirmando la evolución de su poder de autentificación. Tomó el relevo cronológico la exposición del Centro Georges Pompidou, y ya su título, ¿La invención de un arte¿, dejaba prever que la fotografía era considerada todavía en la especificidad de un medio que se eleva a arte. En el último texto, ¿La fotografía como arte en 1989¿, se distingue todavía entre ¿«los defensores de la fotografía pura» y los artistas que claman su deseo de pintar aunque sólo presenten fotos (¿)¿ En la última línea del texto, Jean-Claude Lemagny afirma que ¿actualmente, habiendo llegado a la igualdad (la de la fotografía y el arte), ésta se revela capaz de expandirse a las dimensiones de todos los sueños¿ (...) Traducción: Ana Olivares


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