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Resumen de Interposiciones. El trabajo de Louis Lawler

Birgit Pelzer

  • La obra de Louise Lawler se presenta, a través de un programa aparentemente claro, como una obra sobre las condiciones, los procedimientos, las instancias de presentación, de encuadre y de circulación de las obras de arte. Lawler fotografía el arte y sus espacios, sabiamente canalizados para perturbar el ahorro de atención y de afecto. Sus fotografías, sus intervenciones diversificadas, se definen por una descentralización de la mirada sobre las obras, para atraerla sobre lo que las rodean: un conjunto de relaciones rígidas y suaves, insistentes e inconsistentes, que, desapercibidas como tales, precisan sin embargo, en sus interacciones difíciles de localizar, opacas, plenas de contigüidades contingentes, de las formas de autoridad y del poder del marco institucional. Es un marco donde la constelación situacional de las influencias, el efecto de resonancia que engendra ¿los nombres consagrados¿ y los valores, posee, entre otros, a las canalizaciones y capitalizaciones de la atención prestada y dada.

    Una cuestión más importante subyace a este programa temático que se inscribe en el horizonte conjunto de la ¿crítica institucional¿ y de los métodos de ¿apropiación¿, y es la del equívoco de la relación que nos une al otro, a sus diferentes lugares. Es este equívoco esencial, insoluble, el que está limitado en las fotografías de Louise Lawler. La inquietante agudeza de éstas es resultado de lo que ellas -como arreglos de los arreglos- intensifican: la ambigüedad de los modos de enunciación escogidos. Inmovilizando las operaciones de inclusión y exclusión, de reunión y de ruptura, las imágenes de Lawler revelan una forma personal de relacionarse con las obras de otros artistas para, a partir de ellas, crear su propia obra. En esta apropiación que se plantea sobre la identificación con una verdadera crueldad, el detalle, que acusa con incongruencia, juega un papel fundamental. Si el sistema está anclado en elementos tan reversibles, ¿qué crédito merece? Estas fotografías recortan el sentido establecido, se alimentan de la suposición de un saber. Un saber ya constituido, repertoriado, codificado. ¿Qué nos muestra Lawler? En un universo definido por la continuidad de las relaciones sus fotografías aíslan climas, muestran las clasificaciones, los ensamblajes, los intersticios de los lugares y de los objetos artísticos (muebles, vitrinas, etiquetas, firmas). Un arreglo está siempre ligado a convenciones entre colectividades, a sistemas de subordinaciones, de coordinaciones, de alienaciones. Enfocar el detalle, no es buscar la anécdota. Las anécdotas desorientan, ahora bien, las fotografías de Louise Lawler están centradas, juegan con la fijeza del código establecido introduciendo un elemento heterogéneo en el conjunto. Es el detalle lo que cuenta, el detalle que está al lado del suplemento, del aumento. Frente a hábitos de comprensión, a connivencias advertidas o interpretaciones convenidas, sus fotografías introducen, como por efecto del azar, una ligera fractura.

    Se separan, se desligan del sistema de poder, con sus complicidades, posesiones y reconocimientos constitutivos. Sus fotografías, sus instalaciones, numerosas además, están siempre del lado del espacio, del lado del ¿más allá¿, de la intersección: entre dos telas, entre dos designaciones, entre dos etiquetas, entre dos autores, entre dos tiempos. Pero este intervalo vacío captado, estos detalles escondidos como insignificantes -detalles encontrados, señalados, descubiertos, puestos en interacción en el panorama contemporáneo del arte y de sus pausas- obligan a un cambio total del pensamiento. En este punto de cambio impalpable retomado en el espacio, en el deslizamiento de proximidad de sentidos / convenciones / confusiones contextuales, se aloja sin embargo algo del tema. Algo indeterminado viene a trastornar estas escenas demasiado plenas de sentido. Lo que afecta es la pregnancia inabarcable de lo que insiste allí sin insistencia. La impresión que emana de la obra es la de una gracia sofisticada, una elegancia afilada. De ¿poignancy¿. El método de estas intervenciones, sutil, paradójico, tenso, agudo, ligero, es comparable a ese caminar del caballo sobre un tablero de ajedrez, que, apenas avanza un paso, se separa bruscamente, se retira de la escena para observarla y reinscribe este desfase en un desdoblamiento sintomático, un distanciamiento socarrón. De este paso defensivo, discreto en estos tiempos de cacofonía exhibicionista y poco habitual en las diversas anestesias del arte actual, retenemos un tono, el tono pertinente, impertinente, civilizado del epigrama y de la fábula. Los encuadres evasivos de Louise Lawler se ajustan a lo más cortante en relación con una sensación experimentada que pretende distanciarse de la confusión de los sentimientos. Más allá de la puesta en duda de los poderes, los sistemas, las autoridades, existe el lugar singular que estos fríos análisis dan a una actividad de la mirada singular, una sensibilidad sin pathos, sin nostalgia, sin lamentos, sin militancias, que no propone la adhesión a ninguna postura, sino más bien una visión llena de perplejidades, una constatación funcional de la nueva gestión de los asuntos simbólicos, las aventuras frágiles de una relación en el presente marcada por la separación. (...) Traducción del francés: Ana Olivares


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