La pandemia que afecta a buena parte del planeta es motivo de reflexión en todos los ámbitos. La arquitectura y el planeamiento están sin duda entre ellos. La situación de emergencia sanitaria ha causado una presión muy fuerte en los sistemas y las infraestructuras sanitarias. Los hospitales han respondido bien, gracias al el esfuerzo e imaginación de los profesionales que los utilizan. El personal es el único recurso que no se puede fabricar, ni construir. Para apoyar y proporcionar más espacio a los hospitales ya establecidos se ha recurrido a la reutilización de edificios y nuevas instalaciones de todo tipo. Algunos medios han empleado el término “arquitectura” para definir estas actuaciones. En el curso de una tragedia es imprescindible habilitar soluciones de emergencia, imprescindibles para sobrevivir, pero no disponen de ninguna de las cualidades de la arquitectura hospitalaria actual, ni para los pacientes, ni para quienes trabajan allí. Serían, en palabras de Nikolaus Pevsner, “cobertizos para bicicletas”.La emergencia debe ser la excepción. Hay que trabajar para mejorar la respuesta cuando se produce, y la experiencia obtenida en cada uno de sus episodios se debe utilizar para avanzar, aún con más rapidez, en las líneas de investigación ya abiertas en la arquitectura sanitaria. La “arquitectura” de la COVID-19 no ha venido para quedarse. No se puede hacer una arquitectura para cada enfermedad. Eso corresponde a siglos pasados. La arquitectura, los hospitales también le pertenecen, forma parte de la cultura de un país, debe preservarse, y en momentos como este no debe olvidarse.
The COVID-19 pandemic, which affects a large part of the world, promotes reflection in all areas. Architecture and Planning are undoubtedly among them. The public health emergency placed a strong pressure on the healthcare system and infrastructures. Hospitals responded well due to the effort and creativity of the healthcare professionals. Healthcare personnel is the only resource that cannot be manufactured or built. The reuse of buildings and the addition of new facilities of all kinds was used to support and provide more space to hospitals. Some media use the term “architecture” to define these actions. During critical situations, it is essential to activate emergency solutions for survival. However, these solutions do not meet any of the qualities of today’s healthcare architecture, neither for patients nor for those who work there. These solutions are, as Nikolaus Pevsner would say, “bicycle sheds”. The emergency must be the exception. We must work to improve our ability to respond in critical situations and use these experiences to advance, even faster, in the current lines of research of the healthcare architecture. The COVID-19 “architecture” is not here to stay. You cannot even have a building for every disease. That is something of past centuries. Architecture, including healthcare architecture, is part of a country’s culture. It must be preserved and, in times like these, it should not be forgotten when building health facilities.
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