Entendemos por corrupción la acción de dañar, deteriorar, enfermar, pervertir, depravar y echar a perder, manipulativa y utilitariamente a alguien con propósitos malsanos, alterando y trastocando su identidad, propiciando, consciente y/o inconscientemente, su complicidad. Elimina los valores creativos de una ética legítima, auténtica, del uno, del otro, del ambiente y de la sociedad. La corrupción contamina la cultura. Todos los seres humanos tenemos potencialidades de corrupción: somos factibles de corromper o de que nos corrompan. Esta potencialidad proviene del aspecto destructivo del instinto de muerte, facilitado por determinados factores patoplásticos cuya finalidad es infligir la muerte simbólica de alguien, a través de la agresificación destructiva del instinto de vida.
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