Una de las pocas fórmulas que hasta hoy se han inventado para soslayar los efectos adversos del inmenso poder de los jueces es que allí donde existan Consejos de la Magistratura, estos Consejos no estén sometidos a criterios corporativos, un corporativismo que emerge cuando se deja a los propios miembros del Poder Judicial elegir a la mayoría de sus representantes. Porque si la mayoría de esos Consejos es elegida por los órganos de la representación nacional como son los Parlamentos, el posible efecto negativo de una independencia de difícil control práctico y la falta de legitimidad democrática pueden paliarse.
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