Málaga, España
La invasión española de Sicilia entre 1718 y 1720 supuso una terrible prueba de fuego para el Real Cuerpo de ingenieros. Creado en 1711, sus estructuras todavía se encontraban en estado embrionario –la primera ordenanza fue aprobada en plena guerra el 4 de julio de 1718– y descansaban excesivamente sobre los hombros de unos pocos oficiales veteranos. Por fortuna para Felipe V, la situación en 1734 era muy diferente: el cuerpo contaba con unos cuadros más nutridos, formados y experimentados, lo que servía aprovechado con audacia por Montemar en Italia.
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