Descartes sigue siendo en moral un heredero del ideal griego transmitido a los tiempos modernos por la escolática medieval y el estoicismo cristiano del siglo XVI; el fin último de la filosofía moral es el Soberano Bien. En los albores de la Modernidad, Descartes reflexiona sobre la felicidad, volviendo sobre el De vita beata de Séneca. Al llenar sus cartas con consideraciones que sacará de la lectura de Séneca, Descartes inicia una correspondencia con la princesa Elisabeth que se centra en la definición del Soberano Bien, tema clásico de la Antigüedad, de los medios para obtenerlo y de su relación con la felicidad.
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