Dentro de las obligaciones éticas asociadas a la independencia judicial se halla el deber de cumplir con las funciones judiciales con profesionalidad y diligencia, lo que implica por parte del juez una competencia profesional y reforzada, constituida, mantenida y desarrollada a través de la formación a la que tiene el deber de dedicarse, pero a la que también tiene derecho. El juez necesita ir más allá de la técnica jurídica y adquirir formación en habilidades de comunicación y escucha activa-empática, es decir, una buena formación psico-judicial.
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