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Resumen de La realidad de Eurasia

Bruno Maçaes

  • Eurasia es una realidad política nueva. Un esfuerzo decidido por rastrear su historia y prehistoria no nos llevará más de un siglo atrás. Tal vez estemos celebrando su primer centenario. Pero la sospecha es que en el siglo XXI el mundo euroasiático desempeñará el papel crítico para el que la geografía lo ha preparado.

    Siempre hubo intentos de unir todo el supercontinente. Los impulsos de Alejandro Magno o Gengis Kan fueron expresiones básicas del anhelo de romper las divisiones entre oriente y occidente. Incluso Cristóbal Colón quiso llegar al lejano oriente navegando hacia el Oeste. Vasco da Gama tuvo el mismo sueño e intentó una tercera ruta. Con la era del imperialismo europeo, se produjo tanto un acercamiento como un alejamiento de la Eurasia combinada. Por primera vez fue posible pensar en el supercontinente como un todo político bajo un gobierno común. Si los europeos hubieran incluido a China en su órbita y hubieran desarrollado un sistema estable de poder en Europa –un Concierto de Europa efectivo–, habría sido posible por primera vez un vasto imperio euroasiático.

    No iba a ser así y por razones obvias. La conquista europea de Asia –los imperios europeos en India, Indonesia, el Sureste Asiático y Oriente Próximo– tenía su origen en una división fundamental e inextricable entre Europa y Asia. Los europeos se arrogaron el derecho de gobernar Asia porque se consideraban diferentes y superiores a los asiáticos. Como dijo Alexis de Tocqueville, “casi deberíamos decir que el europeo es para las demás razas de la humanidad lo que el propio hombre es para los animales inferiores: los somete a su uso, y cuando no puede someterlos, los destruye”. Los europeos no querían gobernar Eurasia como euroasiáticos, por lo que el esfuerzo estaba condenado al fracaso. La contradicción no pudo superarse…


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