Este trabajo se propone recorrer críticamente el camino que conforman las diferentes etapas del proceso de evaluación en ciencia y tecnología, así como las críticas que despierta la aplicación concreta de este proceso en determinados contextos históricos e institucionales, en los que interactúan actores diversos. Estas críticas, entre otras cosas, ponen en evidencia la importancia que tiene la evaluación en la toma de decisiones, en el marco de un campo heterogéneo, en el que confluyen distintas lógicas: la de los propios científicos con su idea de “calidad” y “excelencia” y la de otros actores sociales que representan distintos intereses políticos, económicos y sociales. El valor creciente de la evaluación como orientadora de políticas y como instrumento de gestión está ligado a la capacidad social de instalar una “cultura” adecuada a su práctica. Esta cultura es necesariamente plural, ya que requiere la convivencia y articulación de lógicas y sistemas de intereses diferentes. En ello radica, al mismo tiempo, su complejidad y su riqueza.
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